Para muchas personas que se
identifican con la izquierda anticapitalista, la crítica o el rechazo al Estado
y a los nacionalismos forma parte de sus
convicciones más fundamentales. Israel
es un Estado capitalista nacionalista. Desde este planteamiento parece una
contradicción defender al Estado de
Israel desde una posición anticapitalista. ¿Por qué entonces creo que
justamente el Estado de Israel merece la defensa de la izquierda?
Según lo que sabemos, el
capitalismo necesita un monopolio de poder en forma de Estado. Entre las
funciones del Estado para el capitalismo se encuentran, por ejemplo, las de
garantizar la propiedad privada, el sistema monetario y con ello el libre
intercambio de mercancías (así por ejemplo lo explica Marx en El Capital). Otra función
de los Estados es la de defender, incluso con violencia, a “sus” capitalistas
en situaciones de competencia con otros capitalistas y de defender a “su”
población frente ataques bélicos de otros Estados. En ello suelen basarse los
Estados de una ideología nacionalista, distinguiendo entre quienes pertenecen a
la nación y al Estado y quiénes no. Los que según esta lógica no pertenecen al
Estado quedan excluidos o en posiciones subordinadas con derechos limitados.
Ahora bien, conocemos una gran
variedad de conceptos de nación, desde conceptos étnicos o de raza a conceptos
políticos o de lugar de nacimiento. E igualmente conocemos una gran variedad de
formas de Estados capitalista. Conocemos sociedades capitalistas que toman la
forma de fascismos, repúblicas islámicas o democracias burguesas (la forma
dominante en occidente, por el momento). Aunque todo son capitalismos, hay una
gran diferencia entre ellos respecto a derechos y libertades básicas, tanto
para la mayoría de la población como, sobre todo, para minorías étnicas,
religiosas, políticas y sexuales. Así que los capitalismos occidentales suelen
ser multiétnicos, con cierta libertad religiosa, con una libertad de expresión
política considerable (aunque no ilimitada) y con ciertas garantías formales de
poder vivir su sexualidad en igualdad de condiciones.
Un ejemplo de otro Estado
capitalista en que estas libertades no sólo no estaban garantizadas sino que se
apuntaba al exterminio físico de gran parte de las minorías étnicas, religiosas,
políticas y sexuales, sería el Estado nacionalsocialista alemán del siglo
pasado. El ejemplo del nacionalsocialismo muestra también que hay muchas
razones por las que un Estado capitalista específico puede desaparecer: por
anexión (como en el caso de Polonia anexado) o por cambio de la forma de Estado
capitalista (como en el caso del cambio de la república de Weimar al Reich alemán). En otras palabras: sólo
en algunos casos el derrumbe de un
Estado nacional da paso a una revolución emancipadora, en muchos casos la nueva
forma de capitalismo resulta aún peor para la población que vive en el
territorio del Estado.
Esto significa para la izquierda
antinacionalista y anticapitalista que no debe celebrar en todo caso el
hundimiento de los Estados. Siempre depende de las alternativas realmente
existentes. A veces puede resultar necesario defender a un Estado capitalista
frente a una alternativa claramente peor. Por esta razón, anarquistas y
socialistas han defendido la república de Weimar o la república española
durante la guerra civil española.
Algunos Estados vecinos directos
o indirectos de Israel (Siria, Irán) y muchas organizaciones armadas importantes
en la región (Hamás, Hezbolá) no reconocen el derecho de existir de Israel y
desean abiertamente su destrucción y el exterminio al menos de su población
judía (así por ejemplo en la carta magna de Hamás). Sus posiciones
frente a la libertad religiosa, la posición de la mujer y las minorías sexuales
igualmente representan un claro retroceso en comparación con las libertades alcanzadas por
el momento en Israel. Dada la orientación antisemita e islamista de las únicas
fuerzas en el oriente próximo que quizá estarían en posición de provocar una
desaparición de Israel, el peligro de que lo que venga después sea peor para las personas que
actualmente están bajo la protección de Israel es más que real.
Anticapitalistas antinacionales
suelen desear un mundo sin capitalismo y sin Estados. Sería esto un mundo sin
fronteras, sin clases y donde existe la organización racional de los asuntos
humanos. Pero no todos los hundimientos de los Estados son un paso en esta
dirección. Hitler también ha derribado fronteras. No dejemos que la historia se
repita.
La defensa de Israel no significa
estar de acuerdo con el capitalismo ni con la existencia de Estados y mucho
menos significa amar a Israel o creer que su gobierno y sus instituciones estén
libres de errores e incluso de crímenes. Defender a Israel significa apoyar una
democracia burguesa frente a un islamismo autoritario que pretende abiertamente
la eliminación de los judíos que actualmente viven en territorio israelí;
porque sabemos que un régimen tal como lo plantea Hamás y otros nos alejaría
aún más de nuestro sueño de un mundo sin fronteras.