jueves, 24 de enero de 2013

Antisionismo como código cultural de la izquierda



En el mundo social, las acciones de los individuos o grupos nunca son reacciones directas a los  acontecimientos inmediatos. Entre acontecimiento y reacción siempre hay un proceso de interpretación de la  realidad. Esto puede ser una reflexión consciente o una internalización de interpretaciones aprendidas con anterioridad y cuyo funcionamiento es inconsciente. Pero siempre se trata de actos creativos de la mente humana. En este proceso la mente se sirve de patrones de interpretación o ideologías ya aprendidas socialmente que ayudan al ser humano a situar el acontecimiento singular en un marco general.

Para entender las reacciones de gran parte de la izquierda a los acontecimientos en Israel y en Palestina conviene entender el antisionismo como código cultural. Un código cultural es una fórmula verbal que tiene una doble función: Por un lado produce y reproduce ciertas asociaciones y contextos y por otro lado funciona como clave comunicativa, es decir, hace innecesario explicitar su contenido.

En la izquierda, definirse como antisionista provoca ciertas connotaciones sobre la interpretación del conflicto judío-árabe. Los antisionistas interpretan el conflicto en términos de imperialismo y (neo)colonialismo, la culpa recae, prácticamente en su totalidad, sobre Israel, que es percibida como Estado beligerante. Estas afirmaciones y muchas más se encuentran condensadas cuando alguien se autodefine como antisionista.

Como clave comunicativa, por  otro lado, el antisionismo hace superfluo nombrar explícitamente los propios resentimientos antisemitas. Parafraseando a Shulamit Vulkov se podría decir que antisionismo no sólo es antisemitismo. No es el acoso a los judíos de modo  respetable, sino que es el antisemitismo hecho símbolo. El antisionismo permite ocultar el propio antisemitismo distanciándose abiertamente del antisemitismo y del odio a los judíos. Contrariamente al fundamentalismo islámico o a las ideologías racistas de la extrema derecha, la izquierda no permite la exclusión directa de los judíos como religión o pueblo. Al sustituir “judío” por “sionista” y al identificarlo con el imperialismo, se puede mantener una explicación antisemita del mundo sólo cambiando el color del traje, es decir, sólo cambiando una palabra por otra.

Si aquí se afirma que el antisionismo de la izquierda es básicamente lo mismo que el antisemitismo, se quiere indicar  que el antisionismo utiliza la misma organización semántica que el rechazado antisemitismo. En ambos casos subyace una diferenciación entre comunidad (concreta) y sociedad (abstracta). Mientras el resto  de naciones o pueblos parecen ser capaces de crear una comunidad, a los judíos se les niega tanto la capacidad como el derecho a hacerlo. Se los imagina como entidad abstracta y supranacional. En el nacionalsocialismo se negaba a los judíos la pertenencia al pueblo alemán y se justificaba el asesinato de millones de judíos con el argumento de que ellos no sólo desintegrarían el pueblo alemán sino que serían el enemigo de todos los pueblos. El antisionismo no es más que otra forma de imaginar  que el pueblo judío no es capaz de vivir en comunidad. El Estado de Israel no se percibe como un Estado, como lo son otros (con todos sus fallos e injusticias escandalosos), sino que se niega a los judíos lo que se permite a todos los demás pueblos: la autodeterminación. Al igual que el antisemitismo condena a los judíos por el mero hecho de haber nacido judíos el antisionismo condena a Israel por el mero hecho de existir.

Otra faceta de la semántica antisemita, que se encuentra también en el antisionismo, es la imaginación de un poder enorme, supranacional y conspirativo. Sólo hay que pensar en el poder tan grande que se le presupone a la lobby judía en EE.UU. o en la influencia que se cree que Israel tiene en Europa. Este supuesto poder, se imagina tan inmenso, en un Estado tan pequeño, que Israel suele ser nombrado en primera posición cuando se pregunta en las encuestas sobre países capaces de hacer peligrar la paz en el mundo. 

Una tercera parte de esta semántica antisemita/antisionista sería la tergiversación entre víctimas y agresores. Con afirmaciones como “los judíos se aprovechan del holocausto”, “Hamás es un producto de Israel” se convierte a las víctimas claras del holocausto y del terror de Hamás en verdaderos aprovechados de la situación. Estos tres elementos: negación de la capacidad de formar  comunidad, imaginación del poder judío y tergiversación entre víctimas y agresores son la clave para entender la forma específica del antisemitismo presente en el antisionismo de la izquierda.

Como código cultural, el antisemitismo tiene la gran ventaja discursiva de permitir crear amplios consensos. Con la clave del antisionismo se entienden no sólo la extrema derecha y el nacionalismo árabe (que ya se mostró en la segunda guerra mundial, cuando este último afirmó abiertamente su ideología antisemita y pronazi), sino que se pueden aliar también gran parte de la izquierda y el fundamentalismo islámico. Se puede decir, por tanto, que hoy en día el antisionismo es la forma más extendida de antisemitismo.

lunes, 14 de enero de 2013

Anticatalanismo y antisionismo



Mi primera reacción al tener en la mano el libro de Jaume Renyer “anticatalanisme i antisionisme, avui” era pensar que los dos conceptos tienen muy poco que ver el uno con el otro. Mientras ubicaría en anticatalanismo en España claramente en la derecha, el antisionismo parece ser uno de los códigos culturales de la izquierda por excelencia. Por no confirmar mis prejuicios y enseñarme aspectos sobre la izquierda catalana y española que realmente eran novedosos para mí, he disfrutado mucho con el libro de Renyer.


Jaume Renyer es, entre otros, profesor de derecho de la Universitat Rovira i Virgili, fue hasta el año 2009 militante de Eusquera Republicana y actualmente es presidente de la Asociació Catalana d’Amics d’Israel – ACAI (http://acaicat.blogspot.com.es/). Tiene un blog (http://blocs.mesvilaweb.cat/jrenyer) sobre diversos aspectos de la actualidad política y social. El libro “Anticatalanisme y antisionisme, avui” publicado en 2010 por la  editorial Dux es una colección de textos suyos de entre 1998 y 2009 publicados en revistas, periódicos y en su blog. Además contiene una serie de otros documentos históricos como un texto de Antonio Rovira i Virgili de 1938 o de Jaume Miravitlles de 1967 que muestran el vínculo histórico entre el catalanismo y la defensa de Israel. También contiene una entrevista con el sociólogo y filósofo francés Pierre André Taguief del que Renyer parece tomar la algo particular diferenciación entre antisemitismo y judeofobía.

Renyer es uno de los pocos que se atreven hoy en día a defender a Israel desde una posición de izquierdas, distanciándose claramente de aquellos que desde la derecha autoritaria e islamofóbica defienden actualmente al Estado judío. Así, afirma por ejemplo, que “los herederos del franquismo (filonazi, antisemita y amigo de las corruptos monarquías árabes) son hoy en día los amigos interesados de Israel, mientras que los nacionalistas catalanes […] son hoy, mayoritariamente, cómplices inconscientes de la judeofobia.” Renyer muestra como judeofobia y anticatalanismo formaron una unidad durante el franquismo. Mientras que el “judío era la antítesis religiosa de la identidad española […], el catalán [era] su antítesis cultural”. En las décadas postfranquistas, la derecha ha mantenido su anticatalanismo pero el antiislamismo se superpuso a la judeofobia de origen religiosa.

Por otro lado, la izquierda, al principio se solidarizaba  con el deseo del pueblo judío de tener un Estado propio, tal como lo proclamó para todos los pueblos, viéndose  fuertemente influenciada por la doctrina de la URSS que, por miedo a un acercamiento entre  Israel   y los EEUU, además de por resentimientos antisemitas en la Unión Soviética, declaró la guerra al sionismo. Mediante la hegemonía de la Unión Soviética en la izquierda europea durante los años 60 y 70, esta ideología se ha podido anclar en el pensamiento de gran parte de la izquierda y pertenece hoy en día al cúmulo de ideas cuyo  trasfondo no ha sido cuestionado. Desde entonces existe en la izquierda una hegemonía poco afortunada y raras veces disputada, que identifica el sionismo y el Estado de Israel con el imperialismo, el colonialismo, e incluso con el fascismo.

Desde su experiencia como militante de Eusquera Republicana, Renyer nos cuenta la fuerza de este consenso antisionista y lamenta una y otra vez el oportunismo que evitó que partes críticas de la izquierda se distanciaran claramente del antisemitismo de la izquierda. En ERC i els palestins, cuenta por ejemplo cómo el partido rechazó la aprobación de una resolución que no tomaba posición a favor de uno u otro lado en el conflicto arabe-israelí y simplemente retiraba “el derecho a la paz, la libertad i la seguridad tanto del pueblo judío como del palestino.” Otro artículo cuenta la negación sintomática de la revista oficial de ERC de publicar una reseña encargada sobre Israel y palestina.

Cuando defiende a Israel, Renyer presenta al Estado judío como Estado democrático que logra combinar la diversidad cultural con la recuperación de una lengua propia, lo cual convierte a Israel en ejemplo del que el nacionalismo de izquierdas de Cataluña puede aprender. Con ello, Renyer no habla desde la distancia sino que se muestra como profundo conocedor de la realidad israelí, por ejemplo cuando presenta la pluralidad de fuentes del sistema legal de Israel en su artículo Israel, estat jueu i democràtic. Este texto concluye con la afirmación de que “hay muchas cosas que se pueden aprender del sistema constitucional israelí, de la vitalidad del sentimiento nacional judío y de la capacidad para desarrollar un modelo de sociedad singular en medio de las condiciones adversas que imponen aquellos que quieren la desaparición de Israel. De los movimientos que se basan en la negación de los otros (anticatalanismo, antisionismo) no se puede sacar nada positivo, de aquellos que afirman en positivo la libertad de su pueblo y la de los otros (catalanismo, sionismo) siempre hay algo aprovechable”.

Un libro valiente, que se atreve con una problemática negada por la izquierda. Sus argumentos informados, bien razonados y originales hacen del libre una fuente inspiradora de dialogo.