Por su carga histórica, política y emocional, difícilmente
se encuentra un consenso sobre el significado exacto de la palabra terrorismo. Algunos
gobiernos en todo el mundo la han utilizado para difamar a personas y grupos
sociales que luchaban por una emancipación radical. Y bajo el lema de la “lucha
contra el terrorismo” más de una vez se han obviado los principios básicos del derecho
internacional y de su propio derecho nacional. Razón de sobra para desconfiar
de definiciones y usos oficiales del término terrorismo.
No obstante, el hecho de que se abusa del término no
significa que no pueda ser útil para diferenciar distintas formas de
actuaciones violentas. De hecho, también desde la izquierda se suele utilizar
el término para rechazar, por ejemplo, el terror fascista o el terrorismo de
Estados. De hecho en la escala de valoración el terrorismo suele ser peor
valorado que la guerra o el “simple” asesinato. Por ello, resulta importante
diferenciar el término terrorismo de otros actos (que no por ello dejan de ser
negativos).
Propongo dos elementos clave para diferenciar terrorismo de
otros actos violentos y definir terrorismo desde una posición emancipadora:
- El uso sistemático de la violencia física dirigido hacia civiles con el fin de crear miedo.
- Con fines políticos, es decir, con el fin de cambiar o mantener el orden social.
Un hombre que matara a su pareja por celos o dinero, no sería
entonces terrorista, pero unos neonazis que mataran sistemáticamente a
inmigrantes, por estar en contra de un modelo social multicultural, sí serían
terroristas. Con esta definición quedan excluidos otros actos que a veces están
considerados como actos terroristas por los Estados occidentales. Así, algunos
Estados persiguen creadores de grafitis, si sus obras han sido creadas con el
fin de cambiar el orden social existente, o a personas que queman contenedores
de basura con el mismo fin. Independientemente de cómo valoramos el grafiti e
independientemente de si sea una estrella roja o una esvástica, esta definición
de terrorismo no sirve para una izquierda emancipadora, ya que diferenciamos
entre apropiación del espacio público o violencia contra objetos y violencia
contra personas.
También conviene diferenciar guerras y terrorismo aunque en
muchas guerras se hace uso sistemático del terror, por ejemplo, para minar el
apoyo social del otro bando. Pero, aunque en todas las guerras mueren civiles,
no todas las guerras utilizan el terror (repito: esto no significan que estas
guerras sean justificadas o buenas). De hecho, a veces el uso del terror aún
moviliza más tanto a la propia población aterrorizada como a la comunidad
internacional. Especialmente cuando la intención es la de vivir posteriormente
en paz con la población y/o hacer negocio con ella, se suele utilizar la
estrategia de presentarse como “liberador”. El terror ahí sería contraproducente.
En las guerras antiguas morían más militares que población
civil. Dicen los cronistas que en la batalla de Solferino entre las tropas de Napoleón III de Francia y las
tropas del Reino de Cerdeña murieron 38.000 soldados y sólo un único civil.
Hoy en día, las fuerzas militares suelen estar mejor protegidas y los “campos de
batalla” ya son regiones enteras. De ahí que la cantidad de muertos civiles en
las guerras actuales supere con creces la cantidad de muertos militares. Esto
convierte las guerras actuales en más abominables, pero no las convierte en
terror, ya que los civiles han sido el objetivo de las acciones bélicas.
La pura cantidad de muertos civiles puede ser un criterio
para evaluar la magnitud de un fenómeno, pero no decide sobre si tratarlo como
terrorismo o no. Las decenas de miles de muertos anuales de tráfico en las
calles Europeas no convierten a los conductores de coches en terroristas.
Siguiendo la misma lógica, y volviendo a nuestro tema, la pura cantidad de
muertos en Gaza no convierte a Israel en terrorista. La cantidad de muertos
civiles (siempre lamentables) sólo suele decir algo sobre el poder militar y
sobre las estrategias elegidas, tanto para el ataque como para la defensa.
El objetivo de Israel no era la población civil. Israel
apuntaba a líderes de Hamás y a su infraestructura. Para evitar que aumente la
cantidad de víctimas civiles Israel incluso ha seguido toda una serie de
acciones para avisar a la población civil mediante folletos, llamadas, mensajes
sms diciendo en qué parte de Gaza estarán seguros de los ataques militares.
Podemos preguntarnos si estos avisos eran suficientes, si se podría haber hecho
más para proteger a la población civil o incluso si no se debería haber
comenzado el ataque si no se puede garantizar absolutamente la integridad de los
civiles en Gaza. Por estas razones, podemos criticar a Israel o incluso
rechazar sus actos bélicos, pero en ningún momento se trata de terrorismo.
La estrategia de Hamás es bien diferente: Hamás apunta
directamente a la población civil. En su carta magna define a todos los judíos
de la región como objetivos. Es decir, Hamás no sólo no toma ninguna precaución
para evitar daños civiles, sino que quiere hacer el máximo daño posible a la
población civil. Por eso debemos rechazar los actos de Hamás y calificarlos de
terroristas. Repito: no debemos considerar a Hamás como terrorista porque lo diga
algún Estado o algún organismo supranacional como la UE, sino porque los
propios actos de Hamás nos indican que son terroristas.
Pero Hamás no sólo es terrorista porque procura hacer el
máximo daño a la población civil de Israel, sino también porque utiliza, para fomentar
la producción del máximo daño, a la población palestina como arma en su guerra
propagandística. Abiertamente Hamás utiliza a civiles como escudos humanos.
Anima a la población civil a proteger con sus cuerpos a los objetivos de los
ataques de Israel. Incluso utiliza a veces civiles en contra de su voluntad
como escudo. Además utiliza edificios públicos como escuelas y hospitales como
lugares de lanzamientos de cohetes y almacenamiento de armas o lanza cohetes
desde lugares densamente poblados (véase el siguiente video: http://www.youtube.com/watch?v=70Oqo_wmuGo).
Decir que Israel no es terrorista, no significa que no pueda
haber cometido crímenes contra la población civil o crímenes de guerra. No significa
justificar cada aspecto de la estrategia utilizada por Israel, ni mucho menos.
Sólo significa que no podemos criticar como terrorista al Estado de Israel. Al contrario, decir que
Hamás sí es terrorista significar rechazar a la organización y sus actos; por solidaridad con la población
civil en Israel… y en Palestina.
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