En el orden mundial existente, los gobiernos deben proteger a
sus ciudadanos de las agresiones provenientes de afuera. Durante la primera mitad del año 2014, unos
450 cohetes fueron lanzados desde Gaza hacia Israel - la opinión pública ha
callado sobre este asunto. Cuando en junio del mismo año Eyal Yifrah, de 19 años, Guilad Shaar, de 16 y Naftali
Fraenkel, de 16 años fueron secuestrados, por el simple hecho de ser judíos,
poco importó a la opinión pública qué sucedió con ellos. En vez de hacerse eco
de este suceso, fueron criticadas las
actividades policiales y militares llevadas a cabo para encontrarles. Poco
después de que los adolescentes fueron hallados asesinados y los cohetes
seguían cayendo sobre Israel, el Estado judío hizo lo que todo Estado del mundo
haría en esta situación: se defendió.
Ahora bien, es
cierto que desde la izquierda deberíamos siempre ver la guerra como última medida.
Debemos exigir otras vías, políticas, civiles, internacionales, no violentas
para impedir que estalle una guerra. Y la responsabilidad va incluso más allá:
debemos exigir, también durante actividades
bélicas, que se intente (aún sabiendo que nunca será posible al cien por cien)
evitar bajas civiles.
Hamás no lo
intenta. Más bien busca el máximo daño para los civiles. Tanto con misiles como
con ataques suicidas quiere matar a la máxima cantidad de civiles. Quiere matar
a seres humanos por el simple hecho de ser judíos. El que no haya causado más
bajas civiles hasta el momento no es
debido a su bondad, espíritu humanista o por pertenecer a los “buenos”, sino
simplemente porque Israel hace todo lo que puede para evitarlo. Hamás sigue
abiertamente una política terrorista, asesina y antisemita. Contra ello el
gobierno de Israel no sólo tiene el derecho sino también la obligación de
proteger a sus ciudadanos.
Además de ello,
Hamás parece tener pocos miramientos con su propia población civil. Usa
estructuras civiles para lanzar sus ataques a Israel y reclutan a la población a hacer de escudos
humanos con ellos [enlace al vídeo].
En resumen: tanto el objetivo, como la estrategia de ataque y la estrategia de
defensa de Hamás son claramente inhumanas.
¿E Israel?
¿Está haciendo todo para evitar daños civiles? Si miramos las cifras que maneja
la prensa en estos momentos parece que claramente Israel ha matado más civiles
en los últimos días (a fecha de hoy estamos hablando de varias decenas) que Hamás.
Este mero dato ya les basta a muchos para hablar de “masacre” o “genocidio”
por parte de Israel. No obstante, entre las actividades de Israel para
evitar bajas civiles palestinas están las hojas de información sobre objetivos
de ataques, llamadas telefónicas y mensajes SMS para avisar de ataques en el
área, el llamado “roof knocking” o llamar a la puerta con cohetes ruidosos para
avisar a la población civil de que deben alejarse. Y también hay casos en los que
los ataques se han abortado debido a la
presencia de civiles.
Pero ¿esto es
suficiente? Aunque en el mundo no conozco la existencia, en ninguna
confrontación bélica, de semejante esfuerzo por evitar bajas civiles y aunque Israel
tiene el derecho y la obligación de defender su población contra los ataques
terroristas: mientras aún siga habiendo un
único muerto civil, no podremos decir que sea suficiente. Todos, gobiernos
y población civil, de Gaza, Israel y del resto del mundo deben hacer todo cuanto
sea posible para evitar que mueran más personas.
En el momento
en que estoy escribiendo estas líneas, Israel intenta negociar un alto al
fuego. Hamás responde anunciando ataques a Tel Aviv y ataques suicidas. Resulta
bastante claro a quién parecen servir
los muertos civiles. Por solidaridad con el pueblo palestino y por solidaridad
con Israel: hay que oponerse a Hamás.
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