sábado, 19 de julio de 2014

Hamás: el enemigo de la izquierda

Hamás representa lo contrario de los valores de la izquierda. Hamás es homófobo y sexista. Hamás combate, tortura y mata a sus opositores. Hamás es autoritario, teócrata y yihadista. Hamás quiere acabar con la existencia del Estado de Israel por ser el Estado de los judíos. Hámas mata a judíos por el mero hecho de serlo y quiere acabar con todos los judíos del mundo porque piensa, en su manía, que están detrás del capitalismo, del bolchevismo y de la revolución francesas. Hamás es antisemita.
Por todo ello, no podemos considerar a  Hamás  un socio válido en la lucha por la emancipación. No es un interlocutor válido para un diálogo crítico y, no obstante, solidario. Hamás debe ser el enemigo de cualquier proyecto de la izquierda. La izquierda que merece este nombre se tiene que distanciar clara e inequívocamente de este grupo terrorista y fascista-clerical. Y ello independientemente de lo que se piense de la política de Israel. Independientemente de si se condena, entiende o justifica la política de Israel: nada, pero absolutamente nada, debe hacer creer a una persona comprometida con la emancipación que Hamás es un socio en esta lucha.
Hamás no es el pueblo palestino. Gran parte del pueblo palestino apoya a Hamás, pero aún así, no son idénticos. Hamás también es el enemigo del pueblo palestino. Es el enemigo de las mujeres, de las minorías sexuales y religiosas y de los librepensadores. Es el enemigo de los niños y de la población civil que los utiliza como escudos humanos en su sucia guerra. Ser propalestino, estar  a favor de la población civil palestina, ser de izquierdas, debe ir parejo a una oposición Hamás – una vez más: independientemente de lo que se piense sobre Israel.
Pensar que Hamás es sólo un producto de la política de Israel, es paternalista, supone liberar de toda responsabilidad  a los terroristas por sus actos. Es como disculpar a los nazis por lo que hicieron, justificando sus actos en  la difícil situación económica que atravesaban. Nadie está obligado a odiar a los judíos e intentar  asesinarlos. Cuando vea  una manifestación “propalestina” que se oponga claramente a Hamás, entonces sabré que se tratará realmente de una manifestación en favor de la población palestina y no sólo en contra de Israel.

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